No hubo felicitaciones, no hubo sonrisas, ni siquiera un destello de orgullo noté en sus ojos. Pero algo crecía en mi y cubría cada fibra de mi cuerpo. Y se sentía bien.
Esa mañana resolver el problema me entregó mas que una solución, la "x" dejo de ser una incógnita para pasar a ser parte de mi. De un nuevo yo, uno al que ya no le asustaban los enmarañados problemas de la vida (o las ecuaciones simples...).
martes, 16 de febrero de 2010
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Jaja muy ingenioso ! Buena analogía! Saludos
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